La limpieza de la grifería es algo que muchas amas de casa pasan por alto, o por lo menos la de cabezal de la ducha, esto ocurre hasta que el agua no fluye con normalidad.

¡Sorpresa! Los minerales del agua han atascado los orificios de la roseta, este problema a largo plazo promueve el desarrollo de moho y hongos en el interior de la misma. Descubre cómo evitarlo, limpiando de forma correcta el cabezal de la ducha.

1. Pon en remojo el cabezal de la ducha

Pon en remojo el cabezal de la ducha

Lo primero que debes hacer es desinstalar el cabezal de la ducha. Para ello, sigue las instrucciones del manual que viene con la grifería, ten presente que muchos de los cabezales se desenroscan.

Luego, en un recipiente hondo, mezcla una cantidad generosa de vinagre blanco con bicarbonato de sodio, cumpliendo la proporción de 40 gramos de bicarbonato de sodio por cada 240 ml de vinagre.

Procede a sumergir la roseta en la mezcla y asegúrate que esta la cubra por completo. Déjala en reposo alrededor de 1 hora y transcurrido este tiempo, enjuaga el cabezal con abundante agua, asegúrate que el agua corra desde el tubo de conexión hacia la boquilla. Por último, instala el cabezal de la ducha y ponla en funcionamiento por unos minutos.

2. Usa una bolsa plástica con vinagre

Llena una bolsa plástica, sin agujeros y resistente (que no exceda el tamaño del cabezal de la ducha), con vinagre blanco y bicarbonato de sodio, respetando la siguiente magnitud: por cada 240 ml de vinagre agrega 40 gramos de bicarbonato. 

Luego, con ayuda de un cordón y una escalera, amarra la bolsa al tubo de la ducha. Para materializar esta técnica no necesitarás descontar la roseta, pero debes asegurarte de que el cabezal quede sumergido por completo en la mezcla.

Después de atar bien la bosa, espera al menos una hora para que la solución actúe y despegue el sedimento de la grifería. Hay quienes dejan la roseta sumergida durante toda la noche, pero esto ya es opcional. Una vez pasada la hora, retira la bolsa y abre la ducha para que fluya el agua por unos minutos.

3. Lleva a cabo una limpieza meticulosa

Retira el cabezal de la ducha del cuello de la ducha. Si lo crees necesario, apóyate en el manual que tu grifería trajo al momento de la compra. Ahora, con ayuda de un cepillo de dientes o un paño suave, mojado con vinagre blanco, talla la roseta poniendo especial cuidado en los pequeños agujeros por donde sale el agua.

Sumerge el cepillo o trapo en vinagre y continúa tallando hasta que el cabezal quede impoluto. Una vez que termines de restregar la zona, hunde la roseta en agua para retirar el vinagre y demás desechos. Devuelve la roseta a su lugar, y permite que fluya el agua por algunos minutos.

Para una limpieza rápida, solo frota el cepillo de dientes con vinagre por los puntos específicos de la roseta, sin necesidad de desconectarla y luego, deja correr el agua.

4. No te olvides de limpiar la malla del filtro

Limpia la malla del filtro del cabezal de la ducha

Esta malla se localiza en la parte trasera del cabezal de la ducha, donde la roseta se conecta con la tubería. Así que una vez que separes la roseta del tubo, procede a tallar con suavidad la pequeña malla circular que cubre el orificio del conducto.

Pon en funcionamiento la tubería para que termine de despegar los depósitos de sedimentos del la zona. Hay mallas que pueden despegarse y esto facilita su limpieza, ya que luego de tallarla solo debes ponerla debajo del agua de lavabo. Luego, pon la malla del filtro en su lugar e instala la roseta, y deja correr el agua por unos minutos.

Si tu grifería presenta daños por la oxidación o tiene incrustaciones de minerales muy solidificadas, prueba con algunos productos especializados para tratar ese tipos de problemas. Eso sí, asegúrate de que sean para grifería, de lo contrario, podrías arruinar el cabezal de la ducha.